Vamos a ponernos un poco teóricos, y vamos a hablar de las motivaciones del emprendedor. Ya hemos visto cuál es el perfil psicológico del emprendedor, y que se caracteriza por:

1. Individualismo.
2. Autonomía.
3. Enfoque.
4. Optimismo.

Hablemos ahora de sus motivaciones, que por lógica se derivan de su perfil psicológico:

1. Autoeficacia.
2. Motivación cognitiva.
3. Ambigüedad.

Por autoeficacia entendemos la capacidad del emprendedor para lleva a buen término una tarea específica. Ojo, no confundir con confianza en uno mismo. La eficacia siempre está referida a una tarea específica, mientras que la autoconfianza abarca un abanico general de situaciones. De hecho, esta motivación es la intersección que une el perfil psicológico en sus facetas de control y confianza, con las motivaciones. O dicho de otra manera, de la necesidad psicológica de controlar todos los procesos y decisiones, y de su característica de enfoque, se deriva la motivación a ser autoeficaz.

La mejor forma de predecir el desempeño individual de un emprendedor es medir su motivación por ser eficaz.

La motivación cognitiva, es decir, el gusto por obtener recompensas personales, internas, es otra de las consecuencias directas de las características del perfil psicológico del emprendedor, esta vez en lo relacionado con el optimismo y la búsqueda del éxito personal (control). El emprendedor que se siente competente en una situación (autoeficaz), encuentra su impulso para acometer la tarea (fundar una startup) en la consecución de la propia tarea, no en una retribución externa.

La ambigüedad es un mal necesario para ser emprendedor. Las startups, por definición, no cuentan con históricos de ventas, estudios de mercado exhaustivos, pruebas de producto, etc., que les permitan fortalecer la toma de decisiones. Incluso en la vida de las grandes empresas, hay momentos de incertidumbre, aunque esta es menor de alguna manera. El emprendedor vive en la ambigüedad de tener que tomar decisiones en escenarios de incertidumbre, y la tolera porque, de lo contrario, dependería demasiado de la influencia externa y no contaría con esa característica que hemos visto antes: autonomía de decisión.

El emprendedor (exitoso) encuentra su fuerza en estas motivaciones. El problema (ash, siempre hay un problema) es que si se «pasa de motivado» esa misma fuerza puede ser su kryptonita. Y es aquí cuando hablamos de distorsiones cognitivas:

1. Exceso de confianza: la tendencia individual a sobreestimar las capacidades, habilidades y conocimientos personales. El exceso de confianza ayuda a los emprendedores a superar los múltiples obstáculos que aparecen cuando arrancan el proyecto, o tiene que empezar a gestionar mayor complejidad (recursos humanos, temas jurídicos y financieros, etc.). También es una herramienta muy valiosa a la hora de persuadir a posibles socios y/o colaboradores. Pero también suele ser el factor que explica la mayor parte de los fracasos de las startups.

2. Representatividad, o caer en el estereotipo: es la tendencia a generalizar basándose en una pequeña muestra de ejemplos. De ahí a tener una mala percepción de la realidad, y al fracaso, solo hay un paso.

3. Pensamiento contrario a los hechos: el emprendedor tiene pánico a dejar pasar una oportunidad, no puede soportar la idea de «qué hubiera pasado si…». Esto puede desembocar en tiempo y recursos perdidos en perseguir oportunidades mediocres.

Afortunadamente, para todo esto hay una cura: investigar, investigar e investigar. Analizar, analizar y analizar. Cuanto más cuidadoso seas, emprendedor, en estas fases necesarias de tu proyecto, más oportunidades tendrás de maximizar tus motivaciones y minimizar tus defectos.

¿Qué hay dentro de un emprendedor? (1 de 2)